Cualquier fin es una
derrota. En el momento del fin, ese momento cuando estamos solos, la noche de los hechos, todo,
absolutamente todo, es la misma cosa. Pasado el dolor queda sólo vacío, impotencia y la conciencia de que hemos sido derrotados. Una
derrota autoinflingida, donde corazón lucha contra riñones, riñones
contra cerebro, cerebro contra pulmones. Una derrota del yo contra el
yo. Una victoria del otro, ese otro que es uno mismo. En el momento
del fin, podríamos llegar a preguntarnos: ¿qué hemos hecho mal?
¿dónde nos hemos equivocado? ¿es, cómo dicen, una decisión
apenas imperceptible que repercute sobre todo, magnifica los
agravios, las antipatías, los rencores?, ¿es, quizás una suma
de todas las cosas, el reconocimiento de que todo lo hecho ha sido
contraproducente? Ni siquiera nos sirve el arrepentimiento. ¿Qué habría pasado si…? No pasará.
Es el fin.
Ya me lo habían avisado, en un poema. Para que la idea fuera mía habría tenido que morir. Ay de los poetas que no recuerdan la
sabiduría de los poetas.
Soy consciente de
todas mis carencias. Las desarrollé concienzudamente durante años, me las expliqué frente al espejo, con tranquilidad, me las expliqué en silencio. Todo. Ese todo eran muchos todos fragmentados, era un
todo con demasiadas grietas, con agujeros por donde se filtraba el
frío, la humedad y la fragilidad de las cosas.
Estoy cansado de los
finales, y de las derrotas. Estoy cansado de arrastrar personas que
ya no están, distantes cercanías, caricias pasadas, alegrías
consumidas, recuerdos. Estoy exhausto de pensar en los otros, de notar que mientras avanzo, el destino se aleja y
confluye con el final de todo. Estoy cansado.
Sin embargo, sé que cualquier fin es el
inicio de otras cosas. Y, como somos así de optimistas, creemos que
ese inicio será mejor que el pasado. Que así sea, entonces. Miramos
al futuro con el temor de los que nos depara, con la ansiedad de un
adolescente que quiere ser mayor o la de un niño que quiere que sea
ya el día de Reyes para recibir sus regalos.
La vida. La vida es una
mierda maravillosa.
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