Porque es bisnieto de Pancho el burro, isleño afamado en su zona por bruto, tacaño y mala persona, que salió por primera vez de su exilio en los alrededores de Sumidero para ir a ver a su nieto preferido que parecía que se moría y una semana después quien se murió fue él.
Porque vio a su bisabuela perdida en la ceguera y el desconcierto el día que escuchó su voz grabada por un aparato junto a a un río que meses después se llevaría su paraíso y su decencia.
Porque es nieto de un hombre sin padre que tocaba las maracas en un combito desavenido y hacía de barbero a domicilio; que andaba en una yegua flaca y enana haciendo kilómetros para encontrar un pelaje demasiado crecido y, mientras tanto, sus hijos festejaban cuando en la mesa servían sopa y boniatos hervidos.
Porque su padre mató perros, limpió cloacas, levantó paredes, casas, edificios, industrias. Porque su madre le enseñaba a los niños las efemérides del día en la pizarra: un día como hoy...
Porque vio a su bisabuela perdida en la ceguera y el desconcierto el día que escuchó su voz grabada por un aparato junto a a un río que meses después se llevaría su paraíso y su decencia.
Porque es nieto de un hombre sin padre que tocaba las maracas en un combito desavenido y hacía de barbero a domicilio; que andaba en una yegua flaca y enana haciendo kilómetros para encontrar un pelaje demasiado crecido y, mientras tanto, sus hijos festejaban cuando en la mesa servían sopa y boniatos hervidos.
Porque su padre mató perros, limpió cloacas, levantó paredes, casas, edificios, industrias. Porque su madre le enseñaba a los niños las efemérides del día en la pizarra: un día como hoy...
Porque se fue de casa con doce años a hacerse mayor demasiado pronto y con muy poco entrenamiento en el asunto; esa cuestión de la supervivencia...
Porque le dio por leer y ha sido la acción a la que más tiempo he dedicado en su vida y con la que más ha disfrutado.
Porque tuvo amigos que hubiesen dado la vida por él -y créanme que no exagero-, porque tuvo amigos que le salvaron la vida, porque tuvo amigos a quienes se las salvó.
Porque sueña cosas que no puede ni quiere contar.
Porque ha sabido lo que es que le partan la cara a puñetazos, porque sabe lo que es partirle la cara a alguien.
Porque le dio por leer y ha sido la acción a la que más tiempo he dedicado en su vida y con la que más ha disfrutado.
Porque tuvo amigos que hubiesen dado la vida por él -y créanme que no exagero-, porque tuvo amigos que le salvaron la vida, porque tuvo amigos a quienes se las salvó.
Porque sueña cosas que no puede ni quiere contar.
Porque ha sabido lo que es que le partan la cara a puñetazos, porque sabe lo que es partirle la cara a alguien.
Porque ha aprendido de lo que es capaz la gente en ciertos momentos de su vida.
Porque ha aprendido a no subestimar ni sobrestimar a nadie, en ningún aspecto.
Porque ha visto cosas.
Porque sabe de lo que es capaz y se entrenó para no rebasar ciertos límites de sus iras.
Porque, sencillamente, sabe de lo que es capaz.
Porque ha llegado entender ciertos mecanismos humanos que quisiera no haber llegado nunca a comprender.
Porque no sabe quién es, ni de dónde viene ni adónde va.
Porque no le quedan razones ni certezas.
Cosas así...
Porque ha visto cosas.
Porque sabe de lo que es capaz y se entrenó para no rebasar ciertos límites de sus iras.
Porque, sencillamente, sabe de lo que es capaz.
Porque ha llegado entender ciertos mecanismos humanos que quisiera no haber llegado nunca a comprender.
Porque no sabe quién es, ni de dónde viene ni adónde va.
Porque no le quedan razones ni certezas.
Cosas así...