Don DeLillo: Submundo

Traducido por Yomar Glez
Tomado de www.nytimes.com


Por Michiko Kakutani

Una década después de los sucesos del 11 de septiembre, vale la pena releer la excelente novela de Don de Lillo "Submundo" para apreciar cómo en ella el autor logra capturar la extrañeza surreal de la vida en la segunda mitad del siglo 20 y consigue a su vez anticipar el hundimiento de Estados Unidos en la ola del terror y en la exigencias propias del nuevo milenio.

La novela –la portada original llevaba una imagen de las Torres Gemelas rodeadas de niebla y amenazando una pequeña iglesia- se centra en los años de la guerra fría. Pero su retrato de la vida bajo la sombra de una bomba atómica -esa cosa "que han traído" al mundo y que "omnibula la mente"- es inmediatamente transpolable. Como hizo tan astutamente en las novelas anteriores, DeLillo describe una América esclava de la celebridad, la tecnología y los medios de comunicación, un país afectado por la paranoia y la confusión, un país en el que no hay límites para el poder del dinero, y "la violencia es más fácil ahora, está desarraigada, fuera de control, sin medida".

A pesar de que "Submundo" gira entorno a las experiencias de Nick Shay -un personaje que comparte la infancia en el Bronx y la educación católica del escritor-, desarrolla  un retrato panorámico de Estados Unidos a través de las vidas entrecruzadas de decenas de personajes, famosos y oscuros: aficionados al béisbol y fanáticos de las conspiraciones, buscavidas, timadores, empresarios, científicos y artistas. La novela se mueve desde las calles de Nueva York a los suburbios y al desierto de Nuevo México, saltando atrás y adelante e incluyendo un espacio temporal que abarca desde los años cincuenta hasta los noventa; de modo que logra sugerirnos cómo las vidas privadas y los sucesos públicos, lo personal y lo colectivo, pueden converger con fuerza explosiva.

Los lectores que se sientan intimidados por las más de 800 páginas de la novela, prueben al menos leer el prólogo: una impresionante pieza de aproximadamente 50 páginas donde se relata la experiencia de 35 000 personas viendo el famoso partido de béisbol del 3 de octubre de 1951, cuando los Gigantes vencieron a los Dodgers y ganaron el título de las Grandes Ligas -un juego que se celebró el mismo día en que la Unión Soviética detonaba su bomba atómica y que marcaba un nuevo giro letal de la guerra fría. Este prólogo es una valiente muestra de los poderes literarios de DeLillo y logra por sí sólo impulsar al lector hacia el resto de esta novela deslumbrante y clarividente.

Artículo original en inglés Aquí.