El escritor Hector García Quintana ha iniciado en su web el camino hacia la publicación y distribución propias de sus libros. En este inicio, ofrece a los lectores el libro “Cómo se escribe una novela. Técnicas de la ficción narrativa”.
Para prestar una colaboración mínima en su promoción, comparto aquí el texto que sirve de presentación al libro.
Escribir es un desafío que riñe, confunde, devasta. Muchos escritores que podrían jactarse de eso que han dado en llamar prestigio literario, han revelado la confusión y el aturdimiento que sienten cada vez que se enfrentan al espacio en blanco –llámese folio, pantalla de ordenador, la servilleta de un bar– que ha de ser ocupado por letras, frases, ideas más o menos ordenadas, más o menos originales. La primera vez se repite siempre, insiste el caos y el aturdimiento provocado por la responsabilidad individual de llevar adelante el proyecto de cualquier texto literario con cierta decencia.
Para intentar poner cierto orden, para responder las dudas que más de una vez los han asaltado, para orientarse mínimamente y tratar de saber el cómo, algunas personas se han dedicado a estudiar con aplicación las artimañas que han venido utilizando los escritores durante siglos. Unos pocos han logrado comprenderlas y explicarlas, las han nombrado con evidente espíritu pedagógico y las han mostrado a través de cartas, manuales, decálogos, prólogos, ensayos, conferencias y talleres. Así, se ha llegado a que cada día en algún rincón del mundo, se discuta de la utilidad –o inutilidad– de conocer estos trucos, técnicas, métodos o como quiera que se les llame. Los escritores necesitan algún asidero al que aferrarse aunque sigan sintiéndose tan inseguros como antes; unos defienden a ultranza el alcance de estas técnicas, otros las niegan anteponiendo el talento, la inspiración o eso que llaman, con cierto retoque bucólico, musa. Entre la defensa y la negación se abre un gran abanico de posiciones que no son tan desdeñables como los extremos mencionados y a las que suele apuntarse el sentido común.
Decía Mauppassant que los hombres ingeniosos no sufrían estas angustias y estos tormentos, porque llevaban consigo una irresistible fuerza creadora. Pero ocurre que en estos tiempos andamos escasos de genialidades y abunda más el resto, ese resto en el que se incluía el mismo Mauppasant –y en el que, si no fuera por esta inclusión que me desborda infinitamente, me hubiese gustado estar–, esos trabajadores conscientes y tenaces que sólo pueden luchar contra el invencible desaliento mediante la continuidad del esfuerzo. Quienes pretendan escribir decorosamente están obligados a hacer del esfuerzo su mejor arma, esfuerzo que incluye leer hasta el hastío, dedicarse tanto como les sea posible, sentir una necesidad casi vital de torturarse ante un espacio en blanco que podría seguir en blanco después de muchas horas, desentrañar las armas que usaron los maestros, adueñarse de esas mismas armas y saber para qué pueden servir o cuándo tenemos que evitarlas y seguir el instinto, el olfato, el detector de mierda.
Este libro, como casi todos, es un extracto de conocimientos acumulados durante siglos, a través de muchas personas. Con él, podemos acceder a un cúmulo de información muy necesaria para escritores principiantes, es decir para todos los escritores porque siempre la escritura presupone el gran inicio, el regreso a la primera vez. Con paciencia y buen tino, el autor ha sabido agrupar en estas páginas una variada muestra de artes muy útiles, acaso imprescindibles, y no sólo nos las muestra sino que logra desentrañarlas, explicarlas, aconsejar con la habilidad que sólo dan el sentido común, el buen juicio y la inteligencia literaria.
No esperen encontrar aquí leyes mágicas con las que cualquiera podría armarse cuentos o novelas. No hay leyes para la literatura y el autor lo sabe. El autor no pretende hacer escritores, tampoco inventarse métodos mágicos que funcionen siempre ni para todos. Este libro es para escritores, tiene el objetivo de ayudar, de aliviar el esfuerzo necesario, de acortar caminos a aquellos que ya no logran evitar la necesidad de hacer literatura. Y lo logra. Quienes se aventuren a entrar en estas páginas van a encontrar respuestas para muchas preguntas concernientes a la escritura de ficción, pero también para la cabal comprensión de más de un texto. Útil es para los lectores inteligentes que buscan más, que indagan en las entrelíneas y les gustaría desentrañar, equipararse al escritor, esos lectores tan necesarios para la literatura. Este libro, en fin, es para todos aquellos que descubren en la literatura más que entretenimiento, para quienes se apasionan, para quienes una palabra es siempre mucho más que una palabra.
Escribir es un desafío confuso y devastador; por suerte nos encontramos por ahí libros como éste que sirven para poner un poco de orden en el laberinto.
Aquí el enlace a la página de Héctor García Quintana desde donde, además de acceder a artículos, reseñas y opiniones del autor, se puede realizar la compra directa del libro "Cómo se escribe una novela. Técnicas de la ficción narrativa”.