La tarde se deshace...



La tarde se deshace de los mantos de la vejez y se levanta del sillón, de un salto, como una gimnasta. No puedo vivir por ti, nadie puede. La tarde y tú se amontonan como coches viejos en un desguace, troceados pero reconocibles: se logra atisbar aún el concepto que los contuvo. Un coche. Tú.

Nada será igual. Nunca nada será igual. Es por eso que dicen aquello de la nostalgia ("la nostalgia es una hermosa puta que se ofrece, que no podemos pagar"), la muy puta.

Y la tarde se marcha dando saltos, dejándome a mí sus mantos, su sillón.