Tengo
un problema con Richard Ford: sigue siendo uno de mis tres o cuatro
escritores contemporáneos favoritos. Compre Canadá el día nueve de marzo
y el 12 ya lo había terminado. Uno de esos libros que uno querría que
siguieran eternamente, seguir y seguir con la prosa segura y esa manera
tan especial de contar grandes asuntos como si no pasara nada.
Los
personajes de Ford son gente normal, si es que la gente normal existe.
Excepto en algunos relatos donde se puede encontrar algún profesor o
escritor, podrían ser tus vecinos o alguien a quien conoces, con sus
peculiaridades, brillos y pobrezas. La trilogía que incluye “El
periodista deportivo”, “El día de la Independencia y “Acción de
gracias”, está repleta de antihéroes y sus actos, y de infinitas y muy
complejas relaciones familiares. “Incendios” y “Canadá” ahondan en esas
relaciones familiares, se puede decir que son el centro argumental de
las novelas, incluso más que en la trilogía.
Canadá
se divide en dos partes -realmente tres, pero la tercera tiene apenas
20 o treinta paginas y se las podía haber ahorrado-, la primera donde
relata la vida familiar en Great Falls, las ansias preadolescentes de
Nick y su hermana melliza Berner, los hechos que llevan a Bev, padre de
ambos, licenciado de la fuerza aérea, a pensar que atracar un banco
puede llegar a ser una buena idea y a permitir que su esposa se enrolara
en ello. (No tema, nada de esto es eso que ahora llaman spoiler, de
hecho, el propio autor lo revela en la primera página y, además, eso no
es lo importante.) La segunda parte, una vez separada la familia, narra
las vicisitudes de Nick en una población canadiense adonde va a parar
gracias a la planeada intervención de su madre. Nick crece de prisa y
sabe que se enfrenta al mundo solo, con ayudas y traspiés, con
traiciones y fidelidades, solo ante un mundo trastocado y ante sí mimo,
transformado y fortalecido, fiel a unas pocas cosas y desinteresado por
cuestiones que hasta hace muy poco parecían trascendentales e
inviolables.
Sin
dudas Philip Roth, Cormac McCarthy, Don DeLillo y Thomas Pynchon son
considerados las grandes figuras de la narrativa estadounidense
contemporánea -aunque yo sea más de los dos primeros. Si yo pudiera
modificar ese canon, incluiría a Ford antes que a cualquiera de sus
contemporáneos.
Y me quedaría muy a gusto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario