«El estudiante de teología, que llevaba las sandalias puestas, había traído consigo un atado de ropas en el cual había empacado dos pares de zapatos de cuero. Cuando se sentó con los demás, se percató de que el atado se había roto y dos zapatos se habían perdido: ahora sólo le quedaban los dos izquierdos. Volvió sobre sus pasos y encontró uno derecho. Cuando regresó junto a los sacerdotes, dijo: “Es gracioso ver que las cosas ya no importan. Hasta ayer, estos zapatos fueron mis pertenencias más apreciadas. Hoy, ya no me importan. Un par es suficiente”.
El padre Cieslik dijo: “Lo sé. Yo empecé a empacar mis libros, y después me dije: “‘Este no es momento para libros’”.»
John Hersey. “Hiroshima”
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